Poeta de la nada.

Queriendo escapar me encontré de la mano de la nada,
y me descubrí siendo poeta del silencio,
servidor de su tinta invisible,
hilando sentimientos que tejieron mis universos.

Y de la nada surgieron mis mareas y sus océanos,
nacieron mis cumbres borrascosas y la nieve destellante.
En el tobogán de cada palabra mi estómago
daba vuelcos de ojos entornados,
y la nada fue la pirueta del bailarín entregado a una amor que quería crecer.
Cuanto público hubiera amado soñar su baile,
pero su baile eran palabras de uno mismo,
regueros de locura heridos de sensibilidad,
amores que siempre callan y guerreros de paz.
No lamento ser lo que soy, Mi único lamento es haberme desconocido tanto.
Y yo que era adorador del tiempo, y ahora el tiempo descabalga de su esfera en medio de mi nada.
Cuantos besos de silencio perdí en el bullicio de mi ceguera, y ahora que soy medio tuerto encuentro su aroma
y la saliva de su esencia.

Quise conocer todas las verdades y ninguna conocí
hasta ser corazón de su heraldo,
y cuanto amor llevaba mi nombre,
y cuanta ternura nacía en el olvido de mi mente.
Pero ahora ya soy nada desnuda
y soy el llanto de la primavera
y soy humilde porque soy nada.
Cuan grande y necesario fue la caída a mis infiernos,
porque no hay alas que en el cielo se tejan,
ni hay verdad que no nazca del fango,
y ahora doy cada vez más amor
y ahora soy cada vez más pequeño.
Todo ello lo aprendí de donde nace el
el relicario de toda oración,
y miro al mundo y me parece bello
y miro a un niño y me parece prodigioso.
Cuanto milagro me despierta con cada sol
y la rosa que con su espina se mece
no descubre su belleza si no se marchita
y vuelve a ser nada porque lo es todo.

Fran Rubio Varela ©Febrero 2019.

En su sombra me dormi..

En el regazo de su sombra me dormi,
tan fresca su apacible oscuridad.

Cerré los ojos y respiré su perfume
a suelo mojado y estepa enraizada.

El musgo de su piel acunaba la mía
queriendo ser uno no mas,
y en su susurro eterno yo volaba
sin alas, sin cuerpo, sin polvo nacido.
Y fui feliz.

Porque allí donde sus hojas bailan,
fui eterno como su memoria del mundo,
fui ambrosia de dioses.

Y recordé…

Al espíritu que nace,
a la sombra de la oscuridad
de aquella luz que era horizonte,
y mi alma tembló liberada
de la quejumbre de aquellos huesos rotos,
mi voz atrono en la música de un bendito silencio,
que fue palabra y tinta,
que fue emoción y conciencia.

Y recordé…

Con mi memoria renacida,
aquellas alas de luz,
brillantes en la amante oscuridad
que acaricia toda claridad.

Que rebosan la felicidad
de un padre y un hijo,
de un alma y un destino.

Y recordé…

No fue lúgubre mi destino,
ni perdido en la ponzoña
de aquella fenecida realidad.

Pues fue incesante camino
de lagrimas maltrechas
y alegrías de niño perdido,
hasta el despertar de este ser
sin cuerpo, sin polvo,
ya sin huesos rotos,
de su nada vencido,
de su nada nacido,
para serlo todo
bajo la sombra de su regazo…

Fran Rubio Varela.©. Julio 2018.

Lo ajeno del olvido…

Y llega la hoja que cae y me susurra
lo ajeno de un olvido.

Ella era verde y brillaba ante los rayos del sol que la acariciaban,
y era tambien vanidosa allá en su altura,
y se creyo sabia,
porque a su vista había un horizonte amplio,
incluso gozó de la luna en las suaves noches de su verano,
se dejaba mimar por el aire de la mañana
y por la brisa del ocaso.

Las estrellas la hacían soñar mientras se mecía en la inconsistencia de su existencia.

Jamás miraba hacia abajo, ni se percataba de nada que no fuera su verde fragancia.

No escuchaba al ave que bajo su sombra se guardaba,
ni a la hormiga afanosa que hasta ella subía…

No quería la cancion del grillo,
que tan poca cosa le parecía,
ni la chicharra dicharachera,
que esculpía su murmullo.

Ella solo se guardaba de ser bella en las alturas, verde y bonita no mas.

Jamás quiso comprender al arrugado tronco,
ni a la fatigada rama;
que podrían saber ellos si no veían mas allá de su sombra…?

Pero un día el viento no quiso ser calido
y la brisa la maltrato silbando violenta,
y el sol se alejó rayando cada alba,
y la luna fue oculta entre las nubes,
y en la mañana el rocío fue gelido.

Y ella no comprendia la inconsistencia de su alma,
pues al grillo había despreciado,
y de la chicharra su murmullo olvidado,
la hormiga no volvió a subir
y el ave pasaba elevada,
sin descansar bajo su sombra.

Y su verde fue muriendo.

Y su fragancia envejeciendo.

Y su tallo cada vez mas quebrado,
apenas si la sostenía.

Y fue un día sin horizonte y una noche sin luna,
que durmiendo calló de las alturas
hasta ese suelo tan abajo,
ese que nunca quiso ver.
Y alli dejo su dulce inconsistencia,
siendo alimento para la oruga,
savia para el tronco
y fortaleza para la rama…

Fran Rubio Varela.©. Agosto 2018.

Imagen sacada de la red.

La puerta equivocada

Cansado ya de caminar bajo este  crepúsculo, la oscuridad me acaricia y me hiela, ya ni mi cuerpo, mas mi ser quejumbroso, ni siquiera lo recuerdo ya, lo perdí hasta para mi memoria.

Aquél fatídico momento en que rendí mi alma sin saber que era eterna, pensando que con la última gota de sangre con mi última bocanada de aire todo allí acababa…

Ingenuo!!!.

Tan sólo abrí una puerta cerrada que hizo presa de mi, aquel vacío oscuro absorbió mi ser y mi esencia, arrojándome al basto olvido, donde no hay tiempo, ni nada físico…sólo esencia sepulcral, y lamentos   silvantes que acarician el terror único del vacío inconsistente del que vaga sin ver luz ni creación.

Alguna vez aparece un rastro azul que como un relámpago ilumina esta inmensidad sin fronteras, alguna vez algún ángel de Miguel atraviesa la yerma oscuridad que nos pierde. Veo rostros demacrados y también descarnados… acaso el mío no será uno más de ellos?, no hay espejo donde recordar, ni piel que sentir sólo fría y oscura soledad, aquí el sonido no suena, ni la voz nace, aquí sólo silva el aire que nos arrastra.

El corazón lo hecho de menos, …vi cómo sus llamas se apagaron, como su latido se esfumó, que osadía inconsciente la mía, querer quitar lo que no se puede arrancar.

Angustia, desesperación y arrepentimiento, no valen de mucho aquí, donde habita el olvido del páramo más muerto, donde nada muere ni nada nace, donde sólo se camina sin ni siquiera cansarse, donde no hay ocasos ni amaneceres, donde hasta la luz se termina por olvidar, donde sólo el amor más puro puede rescatar.

Pero no se olvida de golpe… si no lenta y lastimosamente, con cada parpadeo, con cada paso.

Ya hace tiempo que no trato de acercarme a ningún ángel azul, son tan pocos los que aquí entran, antes desesperada por verlos, desesperaba por sentir su calidez y sentir ese halo de vida que desprenden, pero ya no puedo ni pensar ni soñar que sea mi mano la que vengan a buscar. 

Ellos aquí están ciegos,  no pueden ver, ni pueden llamar, sólo pueden encontrar a aquellos que desee el otro lado son pedidos para salvar… 

Tal vez de mi ya nadie recuerde, tal vez para mi nadie sepa llamar… Pero escuchar, yo aquí estoy!!!  

Pedid para mi y que Miguel escuche y me sepa encontrar…

Fran Rubio Varela.

La nada de un infinito…

Y en el alma llevo el recuerdo de mis vidas, y en mis sueños estan las alas que necesito. Fue en un hermoso rincon donde nacio mi luz, y fue del limpio aire que lo arrastró.
Fue bajo el cielo y sobre el cielo que fui yo…
Y ellos andaban enamorados de sus vidas, y de sus corrientes, donde aprendieron a nadar la nada de un infinito.
Y seguian el rastro del salmón
al que no le importa morir para regresar a nacer…

Fran Rubio Varela.Ⓒ Mayo2018.

Alma…

El alma tiene alas de aire inquieto,
que empapan con nubes de trapo viejo…

El alma tiene esa sonrisa distraída
que no sabe por dónde anda,
por qué sabe todo lo que ha andado.

El alma no miente ni amenaza,
porque no sabe de chanza,
sólo escabuye su sombra
tras un arlequin que quiebra,
al enemigo y su arado.

El alma no tiene tiento
que anule su aliento,
y a lomos de su musica
su silencio amordaza.

El alma como un sol brilla,
capaz de ser dama oscura
que no equivoca la astilla,
que en ella se ampara.

El alma que su misterio halla
en su estela barada,
no alcanza ni calla
a bordo de su marejada.

El alma caminante de su destino
no aleja ni acerca su testamento
que no es otro que el tiempo
encarcelado en su adentro…

Fran Rubio Varela.

El sabor de una lágrima..

Y no es que ya no supiera lllorar,
pero ya sabía lo que cada lágrima dolía,
y no es que ya no quisiera hacerlo,
es que ya sabía que lo que se lloraba
jamás volvía a ser igual .

Y aún recordaba el escozor de su sal
en cada grieta de su alma,
y el plomo pegado a su sombra,
el polvo de cada emoción
que su mirada cegaba.

Y no recordaba su última lágrima,
tantas y tantas resbalaron
sobre la piel de sus mejillas,
no hallaron ríos ni mares
sólo un cuenco vacío.

Y ese aire que las secaba
siempre para levar anclas,
con pinturas de horizonte
y sombras de madrugada
calladas barras de cristal sembradas,
risas embriagadas y miradas pérdidas.

Y las mañanas de pasos huecos,
gatos negros y pianos escondidos,
al final de una calle que vive y que muere,
ves llegando la puerta
y la llave triste anda en el bolsillo.

Y el buzón solitario, herido de soledad,
espera la caricia del cartero
con un sobre de blanco papel,
pero bien sabe aquella su última lágrima,
que ya no queda tinta ni pluma, ni poeta siquiera,
sólo una cama vacía que lame a oscuras del sol…
Fran Rubio Varela.©. Junio 2018.

Alma bella

De la tierra seca y yerma nació ella,
engendrada de una gota de rocio, un rayo de sol y la sombra de la luna, en su recuerdo la luz de un diamante dormitado, la promesa del sol.

En su afán la voluntad de la tierra, dispuesta siempre a la vida, naciendo de su destino, entre el polvo y el olvido necesario para ser, humilde como el polvo y gentil como el agua de su muerte.

Y guardando su conciencia la luna madre, que atestigua, que muestra el universo mas grande que el cielo esconde, regando de estrellas el sueño de un destino.

Fran Rubio Varela / foto MRV

Dios mío por qué?

Buenas noches…aqui os dejo mi ultimo poema…

Dios mio porque hemos de amar?
Tú sentistes el espino en tu frente,
tu sangre gota a gota
con polvo empapada.

Dios mio porque lloras?
Camino empinado
de piedras sembrado,
y tu mirada mas arriba
en un cielo, tu cielo.

Dios mio cual es tu lamento?
Gritos plomizos que el aire levanta,
se clavan dentro
más que la impía lanza,
vas adelante desnudo,
sólo tu alma lo sabé,
solo tu silencio lo habla.

Dios mio por que me miras?
Fue ella profunda y llena de amor,
la misma que tenías subido al madero.
Y ahora adoran una cruz
que fue suplicio y fue destino.
Adoran una manta
que fue el espejo de aquella semblanza.
Adoran un camino lleno de sangre
la tuya con polvo amasada.

Dios mio porque me hablas?
Sin ninguna palabra, sin ningún sonido,
sólo siento tu empeño,
sólo tu alma que siempre perdona,
y el lamento de muchos,
hueco y lejano
la sangre nueva y el polvo de antaño
que la misma impía lanza
mancha ensañada y sin conciencia.

Dios mio porque he de seguir creyendo?
Si yo vi aquel olivo y llore con él.
Si yo vi aquellos clavos
que sin piedad fueron tu carne.
Si yo vi aquellas piedras
morando tu espalda.
Si yo vi al latigo
adorando tu pecho.
Si yo vi el desprecio y tu regalo ignorado.

Porque dios mio, si siguen igual?
Si sólo algunos lloran
y aman con tu corazón.
Si sólo rasgan sus vestiduras
de samaritanos sin decoro.
Y mientras los niños
siguen naciendo para llorar
una inocencia que tu regalo es
y mientras su sangre,
no para de manar,
cae sobre el camino mismo
del empinado madero,
y tu mirada al cielo.

Perdonalos…
Perdonanos padre mio…
porque en verdad no saben ni conocen
lo que son ni lo que hacen…

Fran Rubio Varela.

Árbol milenario

Memoria de un árbol milenario

17 septiembre 2015.

Se mostró siendo como era.
Brotando de sus profundas raíces,
sería fuerte, el prodigio de su sabia,
sus ancestros la alimentaban
y la tierra lo refrendaba.

Buscaría al sol
para filtrar su luz
y su sombra cobijo daría
a la sangre nacida,
de la que sería testigo
en su principio y final.

Mudo solemne, y parte del juicio,
custodiado por Deva sagrado
la historia que habrá de guardar
en su quebrada corteza
para el escrito final.

Fran Rubio Varela