De sus labios…

El brotaba de sus labios.
En cada palabra
en cada suspiro,
en cada agonía…

Sus ojos cristalizados
rumiaban sus lágrimas,
aquellas que nunca vertió,
aquellas que la laceraban
en un olvido imposible.

El fuego de aquel dragón
la consumía en sus largas noches,
y cuando el sol la vestía
sólo era la piel agnóstica
de la que ya no cree,
ni fe posee.

Sentada a las horas
y abrazada a los minutos
que en las entrañas
del laberinto helado danzaban
discurría su silencio.

Pues de sus labios
brotaba él,
en cada palabra
en cada suspiro
en cada agonia…

Fran Rubio Varela.© Enero 2018

  1. imagen de Ana T

Ser yo sin mi…

Necesito un respiro…
donde el tiempo se pare
donde el ruido
de mi se apiade.

Donde no haga falta
ni agua ni aire,
donde sólo sea yo sin mi,
y la calma me alcance.

Necesito recordar
aquella primera luz
que abrio mis ojos
y yo era sin mas.

Quiero dormir sin soñar
y que el silencio me abrace,
tierno y sentido, sin usar,
que sea primero
porque ultimo no hay.

Necesito una montaña
que me aleje de cualquier valle,
donde ni las aves
a soñar lleguen
ni los sauces a llorar.

Necesito perder para ganar
y morir para nacer,
que este hastío incansable
se aburra de mi,
que mi sombra corra mas que yo
y se libere al fín.

Donde yo me olvide
y nadie me recuerde
que sea tan grande
como pequeño soy
y tan largo como
mi esperanza de ser…

  • Fran Rubio Varela.© Enero 2018.

Agradecimiento…

He sido gentilmente invitado a participar de este Blog, a lo cual he accedido; tomando en cuenta sobre todo que no es para cumplir una «agenda» de publicaciones, pues mi tiempo libre no es muy abundante que digamos, ya que «me lo consume enfermizamente» un pequeño «monstruo» digital que he creado hace un par de años.

Agradezco profundamente el haberme tomado en cuenta para formar parte de un espacio, que sólo por el nombre ya vale la pena… toda vez que «SIENDO» (gerundio)  es una conjugación un tanto misteriosa del verbo «SER», pues evoca tanto a un pasado reciente, como al PRESENTE… y nada más real que aplique al SER QUE SOMOS, que el PRESENTE, porque en la medida que lo vivimos de forma CONSCIENTE, se vuelve «pasado» y por tanto automáticamente, pasa a ser irrelevante.

Los agradecimientos tienen nombre y apellidos, pero para no entrar en detalles «cansones» para los lectores, diremos que van dirigidos a María… autora (no sé si intelectual también) de la invitación… y a Ros, que no por estar en las sombras (lugar que tanto le gusta), no dejo de percibirla.

Pues bien… «entremos a picar el pollo»… que a mi me han invitado no para dar peroratas virtuales, sino para un fin bien concreto.

Yo pinto… entre otras cosas… pero pinto… no sé si muy bien… pero pinto; y éste es un espacio en donde pretendo de una manera muy poco humilde, de publicar mis «obras» (como hablaba con María, a falta de nuestras abuelitas, bueno es nuestro orgullo). Así que, sin más preámbulos, aquí les va mi primera publicación.

No tienen título, pues como decía el filósofo danés Kierkegaard: «Si me nombrasme niegas. Al darme un nombre, una etiqueta, niegas las otras posibilidades que podría ser». Así que las mismas fueron creadas para ser percibidas, ojalá lo más conscientemente posible.

Pancho García

En reposo …

El camino es arduo y dura la jornada,
he batallado tantas guerras que cuenta ya no llevo.
Sin embargo sigo aquí, en pie,
en un solo pedazo aunque magullada y estropeada.

Este pedazo soy yo y me siento complacida.
Amo cada fisura, cada rajadura de este ser.
Representan un recuerdo de mis batallas vencidas.

Hoy me siento en este claro del bosque, en un breve descanso.
Hoy no hay batallas, ni bandos.
Hoy solo reflexiono mi recorrido.

Mi ser llega a mi cual dragón.
Me mira, sonríe, me abraza rodeándome y dándome calor.
Su mirada fulminante penetra cada célula de mi cansado cuerpo
y les da nueva fuerza y energía para seguir.

Me mira complacido… y me protege en pleno descanso.
Hoy dormiré mejor que nunca y mañana, renovada seguiré el recorrido.
Lista para ganar mil batallas más.
(Azucena)

‘La oscura contraposicion’, Sexta parte

Carraspeando continuó.

–‘Verás… yo no te puedo explicar demasiado, sólo sé que el último de vosotros marchó hace muchísimos milenios. Desde entonces no os habíamos vuelto a ver. A nosotros se nos encomendó dar la forma a los elementales que llegaban desde todos los rincones el universo por los canales eflúvicos, que vosotros construisteis. Pero nosotros no podíamos, no podemos crear. Sólo podemos vestir y dar forma a los pensamientos y sueños de los hijos del gran sol, por medio de los elementales. Una vez conformados parten raudos de vuelta hacia sus dueños para conformar las realidades que se transforman en el universo.
En su comienzo fueron muchísimas las creaciones de amor y belleza, maravillosas y llenas de luz. Nacieron mundos y razas a su amparo, pero sólo unas pocas con la capacidad del gran sol. Sus hijos y vosotros nos guiabais. Después vinieron las grises y oscuras. Nosotros no podíamos cambiarlas, sólo vestirlas de los elementales. Ahí empezamos a extrañar vuestra presencia. Éste mundo, nuestro mundo, era bello y lleno de luz y de vida, ¡brillaba!. De cada creación una parte se anclaba a él, haciéndolo crecer y todo se unía con equilibrio y armonía, pero con cada creación oscura, una parte de ellos empezó a enturbiar el aire y el cielo y nuestro mundo se fue apagando… Nos dimos cuenta que algo estaba cambiando para nuestra desesperación. Algunas veces teníamos que cerrar los ojos para no mirar aquello que nacía al componer los elementales. Pero es nuestra labor, no tenemos elección. Es nuestra razón de ser. Si no lo hacemos morimos y desaparecemos. Sólo podemos guardar algunas cajitas de elementales que nos son regaladas por nuestro servicio, como ésas que has visto. Son nuestros tesoros y lo que nos alimenta y nutre.

Un día conocimos la existencia de la bestia y supimos que ella era la contaminación; una pandemia que se expandía por los pensamientos y los sueños. Adueñándose de almas y voluntades, transmutándose en realidad, creciendo y haciéndose más poderosa. Supimos que invadía mundos. Unos tras otros contaminando y creando ejércitos a su servicio. Cuándo llegaba a un mundo de hijos del gran sol, se libraban batallas terribles y épicas, de encarnizado enconamiento, donde la luz y la oscuridad perdían su hermanamiento, convirtiéndose en opuestos. Pero la bestia seguía con su avance. En una de esas batallas, en la más terrible de todas ellas, legiones de vosotros fuisteis aniquilados, llenando el universo de lágrimas y tristeza. Pero la bestia fue atrapada, vencida y confinada. Se dice que en el corazón más puro y limpio que jamás había existido y que en ese mismo mundo fue escondido y guardado.
El mal se detuvo pero no fue erradicado. Muchas legiones de la bestia continuaban resistiendo y luchando, amparándose en la más negra oscuridad y en pozos sin fondo. Tratando de encontrar y liberar de nuevo a su señor… Una guerra durmiente y sin fin se instaló en el plano de los sueños.
Todo mejoró, los efluvios mejoraron y los elementales volvieron a vestir con más luz. Sin llegar a alcanzar la de antaño, pero el sacrificio no fue vano del todo. Nosotros pensamos que la bestia finalmente sería destruida… pero entonces comenzaron los aullidos en los sueños y las huestes oscuras reactivaron y reforzaron su presencia. Pensábamos que ella jamás regresaría y mucho menos aquí en nuestro mundo.

Hubo una gran tormenta, todo se oscureció y un gran estruendo sobrevino. Las corrientes eflúvicas se detuvieron y los elementales dejaron de llegar; todo se detuvo. Entonces la vimos, estaba aquí y empezó a devorarlo y a consumirlo todo a su paso. Nuestro mundo se convertía en cenizas, aquello dónde posaba su vista era destruido o transformado, tal es su fuerza. La mayoría de los nuestros no queriendo servirle perecieron sufriendo la destrucción de su alma. Otros muchos hincaron la rodilla y fueron convertidos en sus sirvientes. Postulándose a sus deseos hicieron acopio de todos los elementales que aún quedaban, reuniéndolos para esculpir una creación de la bestia. Nadie de los que quedamos sabe lo que es, más se está utilizando mucha energía para ello pero nada bueno sobrevendrá de ello y éste mundo agoniza. Los únicos lugares seguros aún son estas casas magnéticas, pero cada vez quedan menos sin corromper. Y los templos escondidos, en donde los pocos que quedamos nos refugiamos, es cuestión de tiempo que las encuentre. Ahí es donde tenemos que ir. Yo no te puedo explicar más, pero quizás el gran anciano pueda decirte más. Él es el único que está aquí desde el principio. Debo llevarte ante él’–.

Saiara comenzó a sentir un vértigo inusitado. Lo que ella creía sólo una obsesión y su locura propia, de golpe estaba cogiendo unas dimensiones apocalípticas para las que no estaba preparada y que la sobrepasaban por completo. No tenía ni idea de cómo afrontar semejante reto. Empezaba a estar realmente asustada. Pero allí estaba y por lo que veía su única alternativa era acompañar a Alanis a ver a aquel anciano del que le hablaba.

La infinidad

Existen dos puertas, dos extremos, dos balances, que aunque parezcan distantes y dispares entre sí, son, solamente una vía de continuo transitar que te llevan a recorrer, conocer y aprender uno o infinitos aspectos de todas las polaridades preexistentes.
Forman un circuito cerrado, un símbolo de infinito transitar, sin principio ni fin. Sin una meta a donde llegar.
Las llamamos desde antiguo vida y muerte, luz y oscuridad. Dos damas hermosas, ajenas a todo mal.

La sombra de su velo…

Para él era bonita …
hermosa como un amanecer
que lo encendía de vida,
había aprendido a beber de su mirada,
a existir en su sonrisa,
a pelear con su aliento,
a reír con su sonrisa.
A cada día más la había amado.
Cada noche más la había soñado.
A cada año más la había aprendido,
con cada arruga más la había abrazado.
Para él era bonita incluso en ese momento,
allí tumbada, enmarcada en el noble cedro,
dispuesta para su viaje solitario,
a la sombra de su velo blanco.
Y él la aprendería de nuevo,
sabiendola,
en cada nube en el cielo
en cada destello de sol,
a cada minuto de su mente lúcida.
Su oscuridad la vestiria
con toda una vida de amor
hasta su reencuentro pactado.

Fran Rubio Varela.

‘La oscura contraposición’ Quinta parte

—‘¡Pero…si yo estoy sola!, es más, no sé qué está pasando, todo esto…tú… jamás he tenido alas ni nada parecido, ni hermanos…’– ya con las primeras lágrimas en los ojos, Saiara continuó.
—‘¡Ni sé dónde estoy!… yo sólo estaba desesperada y crucé la puerta, por favor… ayúdame, necesito comprender… no comprendo nada. No sé qué hacer y estoy asustada’—
Alanis había escuchado, mientras la miraba con esos ojos suyos. Durante unos instantes guardó silencio dejando que la joven sollozara y se desahogara en sus lágrimas y mirando cada detalle de su invitada. Cuando vio que Saiara ya estaba más tranquila empezó de nuevo a hablar.
—‘Tranquila niña…umm todo debe de tener su explicación y la encontraremos. De momento déjame buscarte algo con qué cubrirte’–
Se dirigió a uno de los suspendidos muebles y tocando uno de los extremos, el mueble se descompuso en varias partes. De dentro de una de las partes, cogió una pequeña cajita rectangular de colores vivos y cambiantes, la abrió y de su interior se desprendieron unas lucecitas doradas que sorprendieron a Saiara. Eran idénticas a aquellas que habían conformado el rostro de la fuente y la formidable portada en la que había entrado a este nuevo mundo.
Alanis susurró unas palabras extrañas sin sentido para ella y las lucecitas empezaron su baile rítmico y musical convirtiéndose en una magnifica túnica que brillaba de luz. Alanis volviéndose a ella se la ofreció mientras le hablaba de nuevo.

—‘Estas son vuestras ropas…están conformadas de elementales. Por desgracia ya nos quedan tan pocos…’–.
Hizo una pausa cerrando los ojos nostalgicamente.
—‘Antes este mundo estaba lleno de ellos. Fue vuestro legado para nosotros; la materia prima y nosotros sus escultores. Los elementales son la luz consciente de la creación. Toda materia está creada con ellos. Se fabrica cualquier sueño y cualquier realidad. Pero ese nefasto y maligno ser las ha contaminado, ha viciado y destruido su naturaleza.
Ahora se ha convertido en una atmósfera negra y asfixiante que rodea y oculta la luz a los mundos e impide el flujo del universo y su amor. Nosotros no podemos crear sin ellos, no podemos captar ningún efluvio sin su potestad divina. Pero ¡tú estás aquí! Y tú sí que puedes crear. Los elementales pueden emanar de vosotros.
Tengo que llevarte al refugio, aún hay algunos caminos seguros pero hemos de ser cuidadosos.
La túnica se ajustó a su cuerpo como un guante. Dejando de brillar se había convertido en blanco y suave lino y era de una comodidad excepcional. Su desnudez no la había incomodado, pues hasta ese momento y con todo lo que le había sucedido se había olvidado de que iba por completo desnuda. La verdad es que tampoco le importaba demasiado.
Alanis había abierto un par más de aquellos extraños muebles y había cogido alguna más de aquéllas preciosas cajas. Estaba por completo excitado y nervioso. Ella ya un poco más relajada lo miraba con atención. Atenta a todos los detalles de lo que estaba haciendo y también se sentía muy perpleja; de todo lo que hasta ese momento había conformado su realidad no había ni rastro más allá de su rosalito qué aún mantenía en sus manos y por añadidura también era parte de un pasado que no pensaba pudiera volver. Pero quería respuestas. Quería comprender todo aquello. Alanis una vez tuvo todo guardado en una especie de zurrón que colgaba de su costado volvió junto a ella.
—‘¡Vamos!’– apremió.
Ella, queriendo parecer más alta ante él, se irguió sobre sus talones.
—‘¡No!’– dijo con determinación, —‘no me muevo de aquí hasta que no me expliques. ¡Quiero saberlo todo!’—
Alanis por completo sorprendido la miró abriendo grandemente sus ojos.
—‘¿Y qué quieres que yo enseñe a un Ángel?. Vosotros nacéis directamente de su sabiduría. Tú eres la única esperanza, eres un Ángel tejedor de luz. Yo sólo vuestro humilde servidor. Era muy joven cuando partisteis de aquí… apenas un niño, pero os recuerdo como si jamás os hubierais marchado’—.