De la tierra seca y yerma nació ella,
engendrada de una gota de rocio, un rayo de sol y la sombra de la luna, en su recuerdo la luz de un diamante dormitado, la promesa del sol.
En su afán la voluntad de la tierra, dispuesta siempre a la vida, naciendo de su destino, entre el polvo y el olvido necesario para ser, humilde como el polvo y gentil como el agua de su muerte.
Y guardando su conciencia la luna madre, que atestigua, que muestra el universo mas grande que el cielo esconde, regando de estrellas el sueño de un destino.
Fran Rubio Varela / foto MRV
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