Pasa este tiempo inventado
con sus calmas y sus iras,
ni el sol lo quiso
ni tampoco la luna.
Las manillas de un minutero
coartan la libertad,
poniendo fin a la calma
y acelerando la ira.
Somos de arena desvanecida
en ese engranaje llamado tiempo,
inventado y maquinado
en la perversion que arranca los ojos.
Sin vista cegados y corriendo,
aceleramos el engaño
de ese relojero que ríe
a la sombra de su invento.
Coarta maquiavélico al ser,
que encierra en la prisión
de alguna meta distante
que nunca se alcanza.
Caricias, deseos, promesas etereas
y siempre más allá,
vistiendo los cuerpos de arrugas
y para que…
Para ser arena y no más,
dejamos el brillo enterrado
que nos haria volar,
pero esa esfera que con tiempo se adorna
no quiere brillar…
Hacemos camino sobre nuestros pies,
apresurados y lejos de nosotros,
con zapatos de vanidades
queriendo siempre cruzar un rio.
Pero y el valle ? y el viejo roble?
Acaso nuestro ser no merece
su verde prado?
Acaso no merece su fresca sombra el ser?.
Un sol y un cielo
estan encima de una cabeza, de miles,
encima del relojero inmisericorde también
ellos no tienen tiempo ni apremio por él.
Miran la calma, se apenan,
vernos correr con angustia
olvidados de respirar cada día
el aire que nos dan.
Y cuando tropiezo con la fatal mentira,
y caigo de rodillas
y ensagrento mis manos
y ensangrento mi cuerpo.
Veo un mundo en ruido envuelto,
carnicero de intereses baldíos
degollador de almas,
asesino de voluntades,
sirviente de un tiempo que no exite.
Bajo un sol, una luna y un cielo
que nunca lo han querido.
Veo mis arrugas sin remedio
y en cada surco la burla de la hora,
y en cada pensamiento
aquella calma que cambié
por la ira pasajera.
Fran Rubio Varela.© Enero 2018.
Imagen de Maria Rubio
404 respuestas a «La burla del relojero…»
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