Para él era bonita …
hermosa como un amanecer
que lo encendía de vida,
había aprendido a beber de su mirada,
a existir en su sonrisa,
a pelear con su aliento,
a reír con su sonrisa.
A cada día más la había amado.
Cada noche más la había soñado.
A cada año más la había aprendido,
con cada arruga más la había abrazado.
Para él era bonita incluso en ese momento,
allí tumbada, enmarcada en el noble cedro,
dispuesta para su viaje solitario,
a la sombra de su velo blanco.
Y él la aprendería de nuevo,
sabiendola,
en cada nube en el cielo
en cada destello de sol,
a cada minuto de su mente lúcida.
Su oscuridad la vestiria
con toda una vida de amor
hasta su reencuentro pactado.
Fran Rubio Varela.
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