Octava parte la oscura contraposicion.
Verdaderamente estaban cogiendo todas medidas posibles para no poder ser rastreados por nadie, tras salir de las casas magnéticas se internaron por una senda estrecha que discurria serpenteante ladera abajo.
Para su sorpresa la túnica que Alanis le había dado cambió de color oscureciedose y tomando el tono de aquello que la rodeaba hasta hacerla casi invisible a la vista.
Los ropajes de Alanis tambien se habian adaptado al paraje por el que caminaban,
pero se le notaba muy nervioso y alerta y atento a cualquier ruido o cosa que se saliera fuera de lo normal, el silencio era sepulcral y la noche había caído oscura como pocas veces la había visto.
– shhhh niña…tenemos que ser sombras silenciosas…aunque pueda parecerlo no estamos solos…los que han decidido servirle pueden estar al acecho o agazapados en cualquier parte y no podemos permitir que nos descubran…hemos de ser extremadamente sigilosos y cautos-.
A pesar de la tremenda oscuridad Saiara también se percató con sorpresa que su vista y oido habían cambiado podía ver casi con la misma claridad que en un día de sol abierto y en su oído resonaba cualquier sonido como si tuviera acoplado un potente altavoz a sus orejas.
¿Que mas podría haber cambiado en ella?
¿ Y si en realidad ella era verdaderamente un ángel?, ¿una tejedora de sueños??.
Ya empezaba a creer que cualquier cosa era posible.
Alanis se mostraba muy ágil y hasta elegante en sus movimientos, pero ella aún lo era mucho mas que él, se sentía casi flotar sobre la senda y no sentía cansancio algúno, sus pies descalzos no sufrían en absoluto las irregularidades de la senda.
Su guía se detuvo, levantando su mano para indicarle que parase mientras se acuclillaba con sus estiradas piernas de manera que a ella le parecía casi imposible que pudiera.
La senda se se había difuminado hasta desaparecer completamente y ante ellos se abría un claro y abierto prado sin ningún tipo vegetación calcinada que pudiera parapetarlos.
– Mira…- le señalo – alli pasado el claro, ves aquellos árboles, antes era un enorme bosque, ahora sólo quedan de los árboles sus sombríos esqueletos, pues hemos de continuar por el bosque y no muy lejos esta una de las puertas secretas, pero fíjate ahí…-
Saiara dirigió la mirada hacia donde Alanis le indicaba y de inmediato distinguió tres sombras sentadas a un lado de el claro, al igual que ellos sus ropajes se confundían con el entorno.
Sorprendentemente se asemejaban muchisimo a Alanis pero sus pelos eran grises y sus ojos eran unas sombras oscuras y la piel de sus rostros parecían de cartón arrugado nada que ver con la tersura de la piel de Alanis.
– Los ves?- Le susurro- Están de guardia,
esperan descubrir las puertas…por suerte al ser tomados por la criatura pierden la memoria, pero saben que existen, y esperan apresar a alguno de los que quedamos para torturarnos y hacer que se las mostremos…y eso sería una verdadera catástrofe, sigueme, tendremos que arrastrarnos en completo silencio…créeme tienen un oido extremadamente fino y son muy peligrosos, lo lamento muchisimo, pero el rosal habras de dejarlo aqui… en este gris llamaría mucho la atencion-
Saiara miro su macetita de olas y a su rosal, le dolía tener que dejarlo, pero comprendió que era necesario, era como tener a su abuela aún con ella…
Con sumo cuidado la dejo a un lado, ocultandola en la medida de lo posible de la vista de cualquier caminante casual.
– Volveré a por ti, lo prometo! mi adorado rosal, volvere!!!.-
Empezaron a reptar lo mas silenciosamente posible atentos a las figuras de los guardianes que de momento no parecían haberse percatado de su presencia. Fueron internandose en el prado, el principio del bosque estaba cada vez mas cerca, lo estaban consiguiendo, estaban a apenas 60 metros de la protección del bosque. Pero Saiara no se fijo en aquella ramita seca entre el pasto, dejando su mano sobre ella.
La ramita crújio con estruendo en el completo silencio de la noche, Alanis palideció quedándose inmóvil por completo y Saiara se maldijo por su torpeza para si misma .
El silencio continuó y por un momento pensaron que los vigilantes no lo habían escuchado, pero pronto fué solo una ilusión vana. Las voces excitadas de los sicarios de la bestia se dejaron sentir como un relámpago y pronto tambien la carrera de sus pasos, los habían descubierto!!
– Corre niña levantate y vuela hacia el bosque, no mires para atras!!!-
Ambos se levantaron con celeridad y corrieron rapido, lo mas que podían,
pero sus perseguidores ya estaban muy cerca y cómo saltaban los condenados, con una celeridad inhumana.
Alanis se fue quedando un poco mas atras mientras Saiara con el corazón saliéndosele por la boca corria sin haberse percatado de ello.
– Estamos llegando Alanis, ya casi estamos- gritó mientras alcanzaba el primero de los árboles y fue justo ahi donde oyó el grito de Alanis que había sido alcanzado unos metros tan sólo por detras ella.
– Corre niña corre!!!-
Los perseguidores calleron sobre él, y aunque Alanis se enfrentó con valentía a ellos, pero pronto se hizo patente su inferioridad, los golpes le llovían desde todas partes, hasta que perdío el equilibrio cayendo a los pies de sus atacantes, que aun arreciaron más en sus golpes. Saiara al darse cuenta de la situación de Alanis detuvo su carrera, por un momento dudó si volver o salir corriendo, pero la valentía no carente de angustia, se hizo dueña de ella casi de inmediato haciendola volver sobre sus pasos.
Alanis yacía en el suelo encogido, tratando de protegerse pero es inútil ya nada podía hacer.
-Ehhh vosotros!!!,-les grito Saiara. – dejadlo en paz!!!- Alcanzo a gritar Saiara.
– No niña- Dijo Alanis en murmullo sin fuerzas- marchate por favor…-
Los tres sicarios detuvieron su maltrato sobre Alanis mirandola y se miraron entre ellos, algo de ella los había sorprendio y los estaba haciendo dudar.
Saiara en ese momento irradiaba un resplandor de luz clara que había iluminado todo el claro, pero ella ni se daba cuenta, ella solo quería que Alanis estuviera bien y que aquellos tres m
desgraciados dejaran de golpearlo, y su deseo creció hasta hacerse irrefenable.
Uno de ellos intento abalanzarse hacía ella, pero ya era en vano.
La luz de Saiara creció hasta inundarlo todo y hacerse cegadora y los atacantes cayeron de rodillas gritando y tapándose los ojos.
De poco les sirvió.
Al remitir la luz no eran mas que tres meras estatuas acartonadas con caras de terror intenso.
Saiara se acercó hasta Alanis con miedo de encontrarlo igual que a los otros tres, pero no fue asi, lo encontró encogido, hecho un ovillo y lleno de magulladuras, con los ojos cerrados y respirando con mucha fatiga.
– Alanis…-balbucio la joven- Alanis, estas bien?.
– Si, creo..dolorido y no puedo ver nada, esa luz…, ¿que ha sido?, ¿has sido tu?, y ellos, donde están, que ha pasado?-
De verlo asi, con tantas heridas y magullado no pudo contener algunas lágrimas que escaparon por sus ojos mejillas abajo.
– ¿Te ayudo a levantarte? ¿puedes?-.Le preguntó con ternura y preocupación.
-Si por favor, ayudame, creo que tengo algún hueso roto, …alguna costilla, me cuesta respirar, pero, no me has respondido, que ha pasado?.-
– Pues no lo se exactamente, aquí nunca comprendo lo que pasa, sólo sé que al darme cuenta que te habian alcanzado me di la vuelta para ayudarte, y bueno, de mi cuerpo empezó a emanar una luz blanquinosa, y yo…yo deseé tanto que déjaran de lastimarte y en ese momento uno de ellos se lanzo hacia mi, y la luz…esa luz lo inundo todo y ellos gritaron, pero yo tampoco los veía ya, y me sentí muy fuerte, cuando la luz pasó, ellos… son como estatuas secas, pero no se como ha pasado nada y tuve mucho miedo de que tú tambien te hubieras convertido en una estatua, menos mal que no ha sido asi…-
-Niña, esto es parte de lo que tu eres, pero el anciano sabrá decirte mejor que yo, si conseguimos llegar, esto no habrá pasado desapercibido, la criatura lo habrá sentido y ya estará de camino, la puerta esta muy cerca pero tenemos muy poco tiempo, y no veo nada, tendrás que ser mis ojos y ayudarme, venga vamos!!!-
Un aullido.
Un terrible aullido sacudió el silencio de la noche.
Su fiereza y su poder lo heló todo, la bestia se había percatado de lo ocurrido y ya estaba en marcha.
La bestia ansiaba encontrar a Saiara cuanto antes, no podía permitir que recordara, ya lo venció una vez, la única que pudo conseguirlo y sólo
la compasión de la naturaleza en ella le permitió continuar vivo, él no tendría esa compasión, él la devoraría y absorvería toda su fuerza y ya nada podría deternerlo, pero no debía dejar que recordara, aunque para ello tuviera que arrasar el universo entero.
– ¡¡¡Vamos niña!!!, ya viene corrreeee!!,
muy cerca hay un árbol que se dobla en dos, sus ramas caen de nuevo al suelo y se hunden en él, su tronco es muy grueso, en él esta la puerta, tenemos que entrar antes de que llegue aqui o todo se terminara, dame la mano y corre, si yo caigo no te preocupes, tu corre hasta el arbol, y muestra esta cajita ante él y abrela, la puerta se mostrara, cruzala sin dudar y estarás a salvo.- le dijo mientras le entregaba una de las maravillosas cajitas.
-¡¡¡Jamas!!! o cruzamos los dos o ningúno, a ese bicho lo he llevado mucho tiempo dentro de mi, no me da tanto miedo…- mintió la joven.
Agarrado de la joven se encaminaron hacía el bosque lo mas aprisa posible, dejando a los tres infelices convertidos en estatuas de carton mientras la bestia aullaba cada vez mas cerca.
-Lo ves ya niña??- pregunto Alanis,- no puede estar ya muy lejos- .
– Son todos muy retorcidos,pero si…alli un poco mas adelante creo que lo veo-.
La cara de Alanis se iluminó a pesar de sus golpes.
– ¡Genial niña!!!.
Un frío repentino empezó a helar todo alrededor de ellos, y un olor nauseabundo se adueñó del ambiente. El aullido atronó a sus espaldas, esta vez era más un grúñido de satisfacción que un aullido, la sucia criatura estaba ya casi encima de ellos y los olía.
Ellos entretanto estaban ya frente a la puerta, Saiara se apresuro a abrir la cajita muerta de miedo, temiéndose lo peor, las luces empezaron a flotar en el aire conformando una danza con la que Saiara ya estaba comenzando a familiarizarse, y ahi estaba la puerta, no hubo tiempo de fijarse en ella, un calor enorme se precipitaba hacia ellos.
– ¡ Vamos!- gritó angustiado Alanis- vamos niña!!!-
A la vez que entraban y la puerta se cerraba una gran llamarada llegaba hasta ellos lamiendo sus espaldas.
El bosque entero, lo poco que ya de él quedaba se consumía en un fuego infernal y la bestia frente a donde instantes antes se había cerrado la puerta aullaba de rabia, deseando consumirlo todo, había estado tan cerca…podía haberla devorado alli mismo y ya nadie hubiera podido frenarlo.Un solo instante mas y la chiquilla hubiera sido suya.
Fran Rubio Varela.