De toda ceniza puede brotar nuevamente la llama…pues el corazón en verdad jamas muere ni se apaga, tan sólo se adormece y se enfría hasta sentir de nuevo esa tibieza que lo haga despertar para latir…
Esta compuesto de tres llamas incombustibles que son dadas por el universo eterno y son parte de un alma a su igual imperecedera.
Él es un filtro para las emociones, el potenciador perfecto y el freno preciso para una mente que tiende a deslizarse desconcertada ante las diferentes realidades manifestadas, más inclusive cuando éstas aparecen de la mano del dolor y la apatía.
En él no sólo habita el amor universal y la voluntad inquebrantable de una fe cierta que yace latente, tambien lo hace el sentido común del universo que evita nuestra propia destrucción.
Él no necesita de ojos, ni barreras fisicas,
pues su sensibilidad va mucho mas allá de está parte de nuestro ser aún limitada, se unifica con la divinidad intrínseca que nos une a este universo en el cuál aprendemos y crecemos.
Y no es de extrañar pues, que dentro de nuestro vehículo físico sea el motor que bombea nuestra sangre irrigando toda nuestra materia con la transformación de unos alimentos que así mismo nos llegan para ser transmutados y convertirse en energia…tan sólo una de las tantas que necesitamos…
Y él a su vez se alimenta del magnetismo que es irradiado en toda dirección siendo capaz de funcionar a su vez multidirecionalmente equilibrando energéticamente todo ambiente a que es expuesto…
Fran Rubio Varela.
425 respuestas a «Imperecedero…»
Los comentarios están cerrados.